Esperanza Chappory falleció a los 14 años en Tánger (1904); pero todavía está entre nosotros, habla y se comunica solamente con su sobrino nieto Enrique.
Estoy escribiendo no solo memorias de tangerinos sino también las opiniones de lo que Esperanza ha visto y sigue viendo en estos más de 100 años de su estancia entre nosotros. La novela se compone de cortos capítulos en donde Esperanza le narra a Enrique y este (autor de la novela) cuenta vivencias de su niñez y juventud en Tánger, Madrid y Mallorca.
La familia Chappory era tangerina de origen inglés. Una familia de gran fortuna que con el paso del tiempo y de las circunstancias fue a menos, por no decir a nada. Su gran mansión, llamada Villa Eugenia, con sus más de 30.000 metros de jardín, se ha convertido hoy en tres horripilantes edificios. Aunque hay una cosa que no ha cambiado en todos estos años: la vista que tienen hacia el estrecho de Gibraltar, el punto de conexión de dos mundos.
Mi nombre es Esperanza Chappory y soy la nieta de Aníbal Rinaldi, fallecido en 1923 a los 94 años; fue el traductor de O’donnell en la guerra de África y trajo por primera vez a Tánger al pintor Mariano Bertuchi, el cual se enamoró de Marruecos y pintó esa luz inigualable de Tánger y Tetuán.
Relato mis encuentros, vivencias y sueños con muchos de los personajes que vivieron e hicieron de Tánger una ciudad de libertad en un mundo de guerras.
Mi nombre es Esperanza Chappory y soy la nieta de Aníbal Rinaldi, fallecido en 1923 a los 94 años; fue el traductor de O’donnell en la guerra de África y trajo por primera vez a Tánger al pintor Mariano Bertuchi, el cual se enamoró de Marruecos y pintó esa luz inigualable de Tánger y Tetuán.
Relato mis encuentros, vivencias y sueños con muchos de los personajes que vivieron e hicieron de Tánger una ciudad de libertad en un mundo de guerras.
La Pérgola
¿Oyes el olor de las rosas y de los geranios? ¿Escuchas el silencio de las hojas? Si tu respuesta es no, es porque nunca estuviste en la pérgola de Villa Eugenia, cuatro escalones que solo pudimos saltar cuando ya creíamos que éramos muy mayores, un banco de hierro que estaba hecho de hierro, es decir, para ser visto y no para ser sentado, paso obligado para ir al columpio, paso obligado para ir a los eucaliptos y, sobre todo, paso obligado para jugar al escondite. Rosas que no te delataban, hojas que escondían el ruido de tu corazón, entonces el ruido de tu corazón te delataba, hoy es el silencio de tu corazón es el que nos delata. ¿Empiezas a oír el olor de las rosas y los geranios?
Año 1957, voy caminando muy despacio hacia el mar, bajo por la Cuesta de la Playa, y cuando digo cuesta no solo me refiero al nombre de la calle; las cuestas en Tánger son montañas que hay que escalar, montañas llenas de interminables escaleras. Por fin llego a la avenida de España, pero no me decido a qué balneario ir, así que los voy recorriendo uno a uno
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